EL ENCUENTRO DE ROBINSON CRUSOE CON VIERNES
“Vi a dos prisioneros conducidos al sacrificio. Uno cayó, golpeando con una maza. Después, dos o tres salvajes se precipitaron sobre el caído y empezaron a descuartizarlo, mientras el otro quedaba a la espera de su turno .Como el infeliz había sido descuidado por sus captores, echó a correr por la playa, hacia mi morada. Entonces me invadió el impulso de procurarme el criado o compañero que necesitaba, y pensé que había sido designado para salvar la vida del infeliz.
El fugitivo tuvo un terror tan grande al oír el estampido de la escopeta que se quedó como piedra,con más ganas de seguir huyendo que de venir hacia mí. Lo llamé para que se aproximara, y lo hizo lentamente ,pero cada pocos pasos se arrodillaba en reconocimiento por haberlo salvado. Le sonreí, haciéndole seña de que se adelantara, y por fin llegó a mi lado. De rodillas, besó el suelo y apoyó en él su cabeza, y puso mi pie sobre ella en señal de su voluntad de ser mi esclavo.
Empecé a hablarle, para que aprendiera a contestarme. Le hice saber que su nombre sería Viernes, el día en que lo salvé de morir. Le enseñé a llamarme amo y a responder si o no, precisándole la significación de ambos casos.
Mi mayor deseo era enseñarle a hablar, y que entendiera lo que le decía. Se mostraba tan contento, tan aplicado y daba muestras de tal alegría cuando nos entendíamos, que era un placer hablarle.
Para alejar a Viernes de su horrible costumbre de comer carne humana le di a probar otras carnes. Una mañana fuimos a matar una de las cabras.
Guisé una cantidad de carne. Le di una porción a mi criado y pareció gustarle mucho. Lo maravillaba verme comer la carne con sal, e hizo señas de que la sal era sabrosa y poniéndose un poco en la boca pareció sentir repugnancia; más tarde empezó a salar apenas su comida. Al fin me dio a entender que no volvería a comer carne humana, para mi gran alegría.
Otro día lo puse a trillar grano y aprendió a hacerlo muy bien, especialmente cuando advirtió que el objeto de ese trabajo era la obtención del pan. Le mostré como se preparaba y cocía el pan, y en poco tiempo Viernes fue tan hábil en efectuar trabajos como yo mismo.
Aquel fue el año más agradable de todos los que viví en la isla .Viernes empezaba a hablar bastante bien, entendía los nombres de casi todas las cosas que yo le pedía y de los lugares adonde lo enviaba. Hablábamos mucho y tuve la ocasión de usar el idioma que durante tanto tiempo me había sido útil .Fuera del gusto que me daban estas charlas, me atraía la manera franca de ser de Viernes y llegué a quererlo profundamente. Pienso que él sentía por mí u n cariño que jamás había experimentado en su vida
Daniel Dafoe: Robinson Crusoe, Buenos Aires, Corregidor , 1973 (adaptación)
“Vi a dos prisioneros conducidos al sacrificio. Uno cayó, golpeando con una maza. Después, dos o tres salvajes se precipitaron sobre el caído y empezaron a descuartizarlo, mientras el otro quedaba a la espera de su turno .Como el infeliz había sido descuidado por sus captores, echó a correr por la playa, hacia mi morada. Entonces me invadió el impulso de procurarme el criado o compañero que necesitaba, y pensé que había sido designado para salvar la vida del infeliz.
El fugitivo tuvo un terror tan grande al oír el estampido de la escopeta que se quedó como piedra,con más ganas de seguir huyendo que de venir hacia mí. Lo llamé para que se aproximara, y lo hizo lentamente ,pero cada pocos pasos se arrodillaba en reconocimiento por haberlo salvado. Le sonreí, haciéndole seña de que se adelantara, y por fin llegó a mi lado. De rodillas, besó el suelo y apoyó en él su cabeza, y puso mi pie sobre ella en señal de su voluntad de ser mi esclavo.
Empecé a hablarle, para que aprendiera a contestarme. Le hice saber que su nombre sería Viernes, el día en que lo salvé de morir. Le enseñé a llamarme amo y a responder si o no, precisándole la significación de ambos casos.
Mi mayor deseo era enseñarle a hablar, y que entendiera lo que le decía. Se mostraba tan contento, tan aplicado y daba muestras de tal alegría cuando nos entendíamos, que era un placer hablarle.
Para alejar a Viernes de su horrible costumbre de comer carne humana le di a probar otras carnes. Una mañana fuimos a matar una de las cabras.
Guisé una cantidad de carne. Le di una porción a mi criado y pareció gustarle mucho. Lo maravillaba verme comer la carne con sal, e hizo señas de que la sal era sabrosa y poniéndose un poco en la boca pareció sentir repugnancia; más tarde empezó a salar apenas su comida. Al fin me dio a entender que no volvería a comer carne humana, para mi gran alegría.
Otro día lo puse a trillar grano y aprendió a hacerlo muy bien, especialmente cuando advirtió que el objeto de ese trabajo era la obtención del pan. Le mostré como se preparaba y cocía el pan, y en poco tiempo Viernes fue tan hábil en efectuar trabajos como yo mismo.
Aquel fue el año más agradable de todos los que viví en la isla .Viernes empezaba a hablar bastante bien, entendía los nombres de casi todas las cosas que yo le pedía y de los lugares adonde lo enviaba. Hablábamos mucho y tuve la ocasión de usar el idioma que durante tanto tiempo me había sido útil .Fuera del gusto que me daban estas charlas, me atraía la manera franca de ser de Viernes y llegué a quererlo profundamente. Pienso que él sentía por mí u n cariño que jamás había experimentado en su vida
Daniel Dafoe: Robinson Crusoe, Buenos Aires, Corregidor , 1973 (adaptación)
- Identifica en el texto los elementos de socialización que Robinson Crusoe transmite a Viernes.
- “Viernes no estaba socializado”. Analiza si esta afirmación es verdadera a falsa y explica tu respuesta.